L'argument principal d'aquest bloc és portar els principals episodis meteorològics que han afectat a Barcelona en algun moment de la història. Si entenem com història el passat, des d'ahir mateix, una nevada com la del 8 de Març de 2010 és història viva de la ciutat i de la que demà acomplirem dos anys.
La crisi era un fet inqüestionable i les paraules recessió, atur, retallades, despesa pública o reformes saltaven a les primeres pàgines del diaris i demés mitjans de comunicació. Han passat dos anys i seguim igual.... o pitjor.
Barcelona, malgrat el canvi a l'alcaldia, poc ha canviat en aquests dos anys. Les obres de l'estació de trens de la Sagrera i la urbanització del seu entorn, una de les zones més degradades de la ciutat, són el únics canvis importants a nivell urbanístic.
Les roderes dels cotxes ben marcades a la Rambla de Catalunya.
Pocs dies abans de la nevada, el 27 de Febrer, dues catàstrofes naturals van colpir l'opinió pública. Un terratrèmol de 8,8 graus i un posterior tsunami van devastar la zona central de Xile, sis setmanes després del que va patir Haití, provocant prop d'un miler de morts i desapareguts i el cicló extra-tropical Xynthia provocava danys materials i personals al nord d'Espanya. Aquest cicló, amb pressions inferiors a 980 hPa i ràfegues màximes superiors als 200 km/h, va recórrer en poc més d'una setmana la façana atlàntica d'Europa des del nord de les Canàries, Galícia, Bretanya, sud d'Anglaterra, Països Baixos, Dinamarca i Escandinàvia deixant víctimes i destrosses materials al seu pas.
Eren dies de capricis de la natura, com si volgués posar a prova la nostra resistència o preparació enfront l'adversitat. En aquest sentit, la nevada del 8 de Març va posar en evidència la gran assignatura pendent de la nostra ciutat i dels nostres governants i, per enèsima vegada, els va agafar amb el peu canviat.
Un tramvia sobre una catifa blanca davant l'edifici Fòrum.
Gràcia també va viure "intensament" el fenomen meteorològic.
Per recordar tot el que va passar i veure unes imatges d'un dia memorable pels aficionats a la meteorologia, us porto l'article, que el gran Sergi Pàmies, una mica rebotat, tot sigui dit, va publicar a La Vanguardia amb el títol Nieva sobre mojado l'endemà, encara blanc, de la nevada:
"Lo que empezó siendo bucólico acabó en indignación y caos. Desde media mañana, viendo caer la nieve, muchos catalanes, maleados por la buena prensa de este fastidioso fenómeno climatológico, deseaban que cuajara. “¿Cuaja?”, preguntaban los más jóvenes, narcotizados por su propia inconsciencia y por la propaganda. Los más veteranos, en cambio, curtidos en otros marrones, miraban el cielo buscando señales de esperanza. Pero no: sólo tronaba.
Fueron pasando las horas y, cuando la nieve empezó a cuajar, se estropearon los primeros y premonitorios semáforos. Cualquiera que mirara a su alrededor observaba que la Guardia Urbana brillaba por su ausencia (preferimos concentrarnos en los maratones), aunque, en mi barrio, detecté algunos vigilantes de aparcamiento reacios –gracias– a empeorar las cosas poniendo multas. Y si, en actitud de consciente ciudadano, uno consultaba los múltiples servicios de emergencia e información, se estrellaba contra un desalentador y colapsado muro de silencio.
Fueron pasando las horas y, cuando la nieve empezó a cuajar, se estropearon los primeros y premonitorios semáforos. Cualquiera que mirara a su alrededor observaba que la Guardia Urbana brillaba por su ausencia (preferimos concentrarnos en los maratones), aunque, en mi barrio, detecté algunos vigilantes de aparcamiento reacios –gracias– a empeorar las cosas poniendo multas. Y si, en actitud de consciente ciudadano, uno consultaba los múltiples servicios de emergencia e información, se estrellaba contra un desalentador y colapsado muro de silencio.
Un carrer de Nou Barris amb un bon tou de neu.
Los más lanzados seguían confundiendo el desastre con un parque temático e insistían en lanzarse jocosas bolas de nieve y en retratarse los unos a los otros. No hay que tenérselo en cuenta: todas las imágenes que conservamos de la nevada de 1962 fueron hechas por optimistas recalcitrantes. El país de entonces no era, sin embargo, el de ahora. Y a juzgar por la insuficiencia de la reacción pública y la colectiva inconsciencia del personal, que sigue sin creerse los avisos meteorológicos (en esa pérdida de credibilidad intervienen muchos factores), puede que no hayamos mejorado todo lo deseable.
A la hora de la salida de los colegios, la preocupación era generalizada, pero, para que no cundiera el pánico, la mayoría recurrió a tres armas fundamentales: el humor, la resignación y la radio. Huérfanos de versión oficial (hasta casi las siete, las autoridades no se dignaron a empezar a explicarse), la gente asumió la fatalidad. Entre tanto cabreo de conductores atrapados, la alegría de los escolares al salir de clase compensó el bajón anímico. Al poco rato, sin embargo, se fueron dando cuenta de que esa nieve no era como la de las películas sino un torbellino cabrón, áspero, de esos que fomentan los pensamientos más sombríos y antipáticos.
A la hora de la salida de los colegios, la preocupación era generalizada, pero, para que no cundiera el pánico, la mayoría recurrió a tres armas fundamentales: el humor, la resignación y la radio. Huérfanos de versión oficial (hasta casi las siete, las autoridades no se dignaron a empezar a explicarse), la gente asumió la fatalidad. Entre tanto cabreo de conductores atrapados, la alegría de los escolares al salir de clase compensó el bajón anímico. Al poco rato, sin embargo, se fueron dando cuenta de que esa nieve no era como la de las películas sino un torbellino cabrón, áspero, de esos que fomentan los pensamientos más sombríos y antipáticos.
Un arbre tombat a la Rambla del Caçador de la Guineueta.
En la parte alta de la ciudad, el habitual trajín de vehículos recogedores de niños con merienda se vio afectado por la parálisis casi absoluta del tráfico. En la Via Augusta, corrió el bulo de que las cotorras estaban cayendo congeladas de las palmeras sobre los coches. Lo desmiento: eran trozos de nido podrido, lo cual confirma que, a diferencia de lo que ocurre con los humanos, a las cotorras no las pillarán en ningún atasco.
Inmediatamente, se puso en marcha un mecanismo psicológico reactivo: conformarte con tu situación comparándola con otras peores. Por ejemplo: si estás atrapado en la ronda de Dalt, piensas que estarías peor atrapado en la autopista AP-7. Y si estás atrapado en la autopista AP-7, te resignas pensando que podrías estar peor atrapado en una perdida carretera secundaria, junto a una torre de alta tensión destrozada por la virulencia del viento y de la nieve.
Inmediatamente, se puso en marcha un mecanismo psicológico reactivo: conformarte con tu situación comparándola con otras peores. Por ejemplo: si estás atrapado en la ronda de Dalt, piensas que estarías peor atrapado en la autopista AP-7. Y si estás atrapado en la autopista AP-7, te resignas pensando que podrías estar peor atrapado en una perdida carretera secundaria, junto a una torre de alta tensión destrozada por la virulencia del viento y de la nieve.
Feia molts anys que la platja de Barcelona no presentava aquest aspecte.
En Barcelona, que ayer tuvo motivos para renunciar a su caprichoso ramalazo olímpico-invernal, la lucha por un taxi era pura supervivencia, igual que las colas de la gente, corriendo hacia el metro, buscando, con una disciplina admirable, atajos y soluciones. La Protección Civil no fue, durante horas, digna de este nombre y siguió activando planes de emergencia sin tomar las medidas oportunas para hacerlos viables (levantar barreras de los peajes y del metro, por ejemplo).
Tarde y mal, por más que se recuerde la inconciencia de los que, por desconfianza o frivolidad, no atendieron los múltiples avisos de los hombres del tiempo. Por la calle, se impuso el resbalón y la prudencia. Los paraguas no servían para nada porque, hasta las siete, la nieve cayó espiral, brutal y horizontalmente, una variante perversa de la meteorología.
Tarde y mal, por más que se recuerde la inconciencia de los que, por desconfianza o frivolidad, no atendieron los múltiples avisos de los hombres del tiempo. Por la calle, se impuso el resbalón y la prudencia. Los paraguas no servían para nada porque, hasta las siete, la nieve cayó espiral, brutal y horizontalmente, una variante perversa de la meteorología.
El carrer Paris, a l'Eixample, en un dels moments de més intensitat de la nevada.
La radio seguía conteniendo la rebelión: humor, paciencia y un intercambio de testimonios que aportaban ciertos datos y que, entre tanto hartazgo, ayudaban a mantener la calma. Eso, y la telefonía móvil, que, pese a los problemas de cobertura, ahorró disgustos y aplacó las posibilidades de sufrir más de lo indispensable. Gracias al teléfono, se consensuaron meriendas, regresos accidentados, noches en blanco e intendencias varias.
Cuando, en conferencia de prensa, se recurrió a justificar la negligencia con referencias históricas, el mal ya estaba hecho. En caliente, la capacidad de análisis se resiente pero un paseo (?) por nuestras calles permitía comprobar, además de la virulencia del temporal, las escandalosas limitaciones de una ciudad y de un país. Las explicaciones de Joan Boada deberían haberse producido antes: habrían ayudado a comprender la dimensión de un temporal excepcional y a contagiar serenidad y pedagogía. Pero, por incapacidad o negligencia, se optó por una espera angustiosa, que minó la confianza en una gestión eficaz de la crisis.
Cuando, en conferencia de prensa, se recurrió a justificar la negligencia con referencias históricas, el mal ya estaba hecho. En caliente, la capacidad de análisis se resiente pero un paseo (?) por nuestras calles permitía comprobar, además de la virulencia del temporal, las escandalosas limitaciones de una ciudad y de un país. Las explicaciones de Joan Boada deberían haberse producido antes: habrían ayudado a comprender la dimensión de un temporal excepcional y a contagiar serenidad y pedagogía. Pero, por incapacidad o negligencia, se optó por una espera angustiosa, que minó la confianza en una gestión eficaz de la crisis.
Tant el transport públic com el privat van patir de valent.
Cuando los elementos superan cualquier previsión, administrar bien la información es fundamental. Por suerte, la gente es buena y, con el tiempo, olvidará la dimensión más apocalíptica de la nevada. Se irá imponiendo la versión edulcorada de las fotografías bucólicas, de los niños jugando y de los muñecos de nieve. Pero, mientras tanto, predominará la indignación y la búsqueda de culpables. Y, por favor: que nadie exija una comisión parlamentaria para investigar los hechos."
La Vanguardia. Supl. Vivir. 09.03.2010. Pàgs. 8 i 9.Després dels missatges apocalíptics sobre l'escalfament de la Terra, molts creien que ja no veurien una nevada com aquesta a Barcelona. La natura sempre posa les coses a lloc.
Fantastic! Quins records.
ResponEliminaAquest any sequera i incendis a prop de llocs tan bonics com l'estany de Montcortés. És el que té el nostre clima Jordi